La verdad es que no me apetece seguir contando la historia, pero, ya que la empecé...
Manolito, a mi lado, empezó a jadear y a pasarse la mano por su sudoroso cuerpo, refrotándose bien. Yo disimulé mi incomodidad, cerrando los ojos y apoyando la nuca en la pared. Maldito calor, se te mete hasta en el tuétano, el ambiente tenía tanta densidad que lo podías masticar.
El efecto sedante empezó a hacer efecto, mi mente se separaba del cuerpo… De repente, la voz de Manolito me sacó del letargo.
- ¿qué? ¡¡¡Hace calor!!! ¿Eh?
- … eeeeee… sí - contesté - ... de eso se trata, ¿no?
A pesar de mi altiva respuesta, y que pasaba bastante de él, Manolito siguió dando conversación:
- Yo, la verdad, es que prefiero más la sauna seca.
- …ajá… la sauna seca… sí
- Pero, claro, ahí el problema está en los hongos, ¿sabes? Al ser un sitio oscuro, caluroso y cerrado, se crean hongos. En cambio, con el vapor, los hongos se van.
- … ajá…hongos…jejejeje… entiendo…
- Los gabachos, por ejemplo, cuando van a hacer crecer los champignones, los meten en unas condiciones similares a las de la sauna…
- …claro, claro… estupendo, estupendo…
- Acércate aquí
- …
Le miro
- Vamos, acércate.
- Jejeje... no
- Acerca la mano
- … jejejee… no… por qué
- Acerca la mano aquí
Y me fui. Tralararalaralaaaaaaaa.
Quizá esta historia me la he inventando, o quizá no, o quizá creo que me ha pasado pero no, o quizá me ha pasado y lo he contado de un modo distinto al que pasó. Pero, ¿qué importa que sea verdad o mentira? Lo que importa es la moraleja: NUNCA EMPIECES UNA HISTORIA QUE NO QUIERES ACABAR.
lunes, 4 de febrero de 2008
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1 comentario:
no vuelvas a esos sitios, Josemi, eres un presa en las garras de los sauneros
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