martes, 29 de julio de 2008

TÚ SÍ QUE ERES GIGANTE!

Era un sábado por la noche, el plan pintaba muy bien. La situación era la siguiente: Pedrito llama a una chati para quedar con ella. Ésta le contesta: “Ey, muy bien, lo único que yo ahora estoy en Donosti. Pero llegaré allí por la noche y saldré. Te puedes venir con nosotras”. ¿Apuntarse a un plan con un grupo de tías? Eyeyeye… a Pedrito se le hacía el culo pepsi-cola.

Como a Pedrito le daba un poco de corte presentarse solo ante un nútrido grupo de féminas, decide llamarle al “amigo golfo”. Aquel que, siempre que planeas algo retorcido, si tiene que ver con chicas, se apuntará. Cuando Pedrito le está contando el plan, el “golfo” se vuelve escéptico. Pedrito iba a salir con un grupo de tías, eso era inconcebible. Es como si te dicen que Don Pimpóm usaba tanga, ¿me explico?

El “golfo” le dice a Pedrito: “mira, llámame cuando tengas el plan montado, y entonces me apunto”. Ok, ok, Pedrito podía contar con él. Entonces, sólo quedaba seguir tres pasos: 1. Pedrito recibe la llamada de las chatis deseosas de sexo. 2. Pedrito le llama al compinche deseoso de sexo. 3. Ambos se personan en el lugar con las hembras en celo. Ahora a Pedrito le tocaba esperar.

Llega la hora de cenar, a Pedrito no le ha llamado nadie. Se sienta en el sofá con su madre y se ponen a ver la película de “Gigante”, la de Yeims Din. Pasa el tiempo. Pedrito mira el móvil, no hay señal desde la estación central de las golfillas. De pronto, pasada la madrugada, cuando Denis Joper le comunica a su padre que se casa con una enfermera mejicana, Pedrito recibe la esperada llamada. Se va a su cuarto a hablar por el móvil.

- ¡¡¡Pedrito!!! ¿dónde estás?
- … estoy en mi casa
- ¿¿¿¿en tu casa????
- Sí, viendo la película de “Gigante”
- … ah, vale

Al rato, Pedrito vuelve a la sala de estar. Definitivamente, esa noche no iba a salir. Su madre le pregunta:

- ¿Quién te ha llamado a estas horas?
- Un grupo de mujeres borrachas con ganas de encontrar a un hombre.
- …
- Pero, no te preocupes, no voy a salir

De esta forma, la madre de Pedrito comprendió que no todo se estaba torciendo en la familia. A su hijo todavía le quedaba un poco de sentido común. Después de todo, era un chico formal. Se podía seguir confiando en él.

jueves, 24 de julio de 2008

YO SOY EL HIJOPUTA!

¡¡Hola a todos, soy el hijoputa!! ¿Me echabais de menos? Jejeje… Bueno, al tema. Estos días he estado viendo por la tele lo del juicio del solitariu y he pensado: “cagon sos, este tipo sí que sabe”. Y es que un hijoputa no es un buen hijoputa si no es un afamado showman. Un hijoputa es, sobre todo, un personaje, una celebridad, un creador de opinión... Así que los consejos de hijosdeputa que os voy a dar hoy van sobre “¿qué tiene que hacer un buen hijoputa para dar la nota cuando le juzga un tribunal?”. Muy bien, empecemos:

CONSEJO 1: ECHAR LA CULPA A OTRO. Eso, eso, échale la culpa a otro. A ser posible que sea extranjero y, si lleva meses muerto, mejor. Así no podrán interrogarle.

CONSEJO 2: EL ASPECTO FÍSICO. Hay que llevar melenita de chico malo y camisetas de grupos de rock. No te pongas la típica camiseta chorra de “no tener sexo nubla la vista”, porque quedarás como un gilipollas para el resto de tus días.

CONSEJO 3: FILOSOFAR. Estoy escribiendo este post escuchando jotas, es como para pegarse un tiro… Para ser todo un referente de masas, hay que marcarse alguna filosofada en el juicio. Pero, bueno, algo que se entienda, ¿eh? No te vas a poner a recitar a Kierquegarg… no, hombre, no. Di algo de lo gusta decir a los malos que molan. Algo así en plan de “yo robo porque la propiedad privada es una imposición del capitalismo” o “mato ancianitas porque me lo ordena el malvado duendecillo que vive en mi armario”.

CONSEJO 4: INSULTAR. Tú vas en el coche con los guardias que te escoltan y, sin venir a qué, les dices cosas en plan “¡trogloditas!” o “¡paquetes!”. Luego, cuando se giran, miras a otro lado y silbas con disimulo. Eso sí, si ves que te van a meter una paliza, cállate, hombre, tampoco seas subnormal.

CONSEJO 5. Esas jotas me están taladrando el cerebro… bueno, no se me ocurre el 5. No puedo pensar con estos alaridos.

Bueno, nenes, que os vaya muy bien. Me voy a ver si descubro de dónde viene a esa música. Alguien se va a enterar de lo hijoputa que puedo llegar a ser…

martes, 22 de julio de 2008

La publicidad, ese extraño invento (4)

Campaña del Festival de cine independiente de Buenos Aires

Al hilo de los comentarios de que, si "Antes del amanecer" es un coñazo o una buena peli, me he acordado de una campaña publicitaria argentina que me encantó. Anunciando el festival de cine independiente de Buenos Aires y sin enseñar ni una imagen de las películas que se exhibían. El mensaje es claro: si quieres venir a este festival, te tiene que gustar este tipo de cine; si no, no vengas. Los argentinos, cosas inexplicables de la vida, son unos genios de la publicidad y estos spots, lo demuestran.

El cuadro más triste del mundo



Payasos en un coche



Pues eso, "si no es para vos, no es para vos".

sábado, 19 de julio de 2008

Trailer

Watchmen (2009)

lunes, 14 de julio de 2008

cumpleaños sangriento !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!

Pedrito entró en la consulta del médico... Bueno, si es que era médico, ya que no llevaba bata, sino la vestimenta de Sanfermín.
- Holaaaaaa, buenos días, dígame.
- ... verá... em... estoy sangrando por el ano...
- ... ajá... ¿hay sangre en las heces?
- No, no, sólo hay en los calzoncillos...
- Ya, pasa a la camilla, bájate los pantalones y túmbate en posición fetal.
Era lo que me temía. El pamplonica se puso el guante y empezó a "explorar". Glup. Tragaba saliva mientras experimentaba una "nueva sensación". El médico rompió el silencio. "Efectivamente, es una especie de... hemorrana que ha reventado, te recetaré una pomada". Respiré aliviado. De modo que no sufría un cancer de recto. Yo me confié:
- hay otro asunto, doctor... se me cae el pelo. Sobre todo por la coronilla.
- Ajá, a ver...
Salí de la consulta un poco más animado. Después de todo no soy alopécico, sino que simplemente se me cae el pelo. Y seguramente es del estrés. Bien, bien, Bien. Parece que iba a tener un cumpleaños tranquilito.
Llegó la noche. Una noche muy movidita (Txapa os lo pondrá contar). Mucho alcohol, mucho baile y, sobre todo, mucho cachondeíto. Pero... cuando llegué a casa, vi mis calzoncillos y los pantalones. SANGRE, mucha sangre. De todos los tonos. Sangre fresca, sangre seca, sangre oscura, sangre brillante. Todo manchadísimo.
Así que en esas estoy. Con mucho reposo y moviéndome lentamente. Por cierto, he probado otra nueva experiencia en mi vida, me he puesto una compresa Evax en el calzoncillo. Seguro que ahora soy más empático con las mujeres...

sábado, 12 de julio de 2008

Nuevo miembro en el blog!

Muy buenas a todos!!!


Cómo veo que hace tiempo que nadie escribe he decidido presentaros (alentada por unA miembrA del Comando Torrego) al nuevo miembro de mi familia y espero que de este nuestro blog... os presento a COCO!!!

jueves, 3 de julio de 2008

FURIA Nº2



"La sádica cajera"

Mientras Epifanía lamía los suelos llenos de polvo, cascaras de pipas y chicles pisados, del autobús municipal; Evaristo José Mercerías, pensionista de 64 años, tras una dura vida dedicada al oficinismo profesional en una consultoría, acudía al Carrefú a hacer una pequeña compra. Las cosas que faltaban en la nevera y poco más: atún, huevos, jamón york, chorizo, unos esparraguillos de lata, mejillones, unas latas de almondigas con guisantes, vino de mesa, papel higiénico (que el cartoncillo comenzaba a asomar) y una sandía (que con eso de que tiene los mismo efectos que la viagra se habían convertido en un artículo muy solicitado por todos los ancianetes disfuncionales).
La carretilla llevaba una carga bastante pesada para un señor mayor, pero las ruedecillas ayudaban. Evaristo se colocó en la fila y esperó pacientemente su turno. En ese momento se encontró cara a cara con la cajera, Jennifer, 'la yenni'. Una mujer que si no fuera por los pelo recogidos a rebullón sujetados por una horquilla, el gesto torcido en una amarga seriedad, y la bruma negruzca y púrpura del rime y sombra de ojos acumulada alrededor de las cuencas de sus ojos (ojos de gata diría ella, más bien de demonio con resaca de whisky); parecería una persona normal e incluso guapa.
- ¿Tarjeta Carrefúuuuuuuuuu? -respondió cual autómata sin dignarse a mirar a su cliente.
- No, no tengo. ¿Cree usted que debería hacerm...
- ¡Vaya pasando, que hay mucha fila!-decía con impaciencia, mientras miraba el reloj. Le quedaba 20 minutos para terminar y no iba a tolerar que una fila de clientes hijosdeputa se colocaran en fila, pasaran lentamente y le obligaran a quedarse media hora más ("¡¡cabrones, siempre vienen a última hora!!".
Evaristo se amilanó un poco y colocó todos sus productos en la cinta transportadora. Antes de que pudiera ir al otro extremo para empezar a meter en bolsas, la cajera comenzó a pasarlos por el detector a la velocidad del rayo y lanzarlos hacia el hueco de las bolsas. La caja pitaba como si fuera código Morse. Evaristo no daba a basto. Mientras intentaba llenar ordenadamente los productos en una bolsa, para que no pesara una más que la otra, los productos se le iban acumulando. Caian sin cesar a su alrededor. El jamón de york golpeaba contra la pared. El chorizo rebotaba e hizo caer el tarro de los espárragos. A Evaristo se le enmarañó la bolsa entre los dedos, no había forma de abrirla. Cuando por fin la abrió con una fuerte sacudida al aire, se encontró con todo lo que había acumulado en la superficie metálica de la caja y con la cajera extendiendole la mano.
- Son 54 euros- y una cara de "págame cabrón y esfúmate".
Evaristo, ingénuo de él, presumió que esperaría y se puso a meter las compra en las bolsas.
-¡54 euros, señor!
Evaristo sacó con esfuerzo la cartera de los pantalones y sacó dos billetes de veinte, dos de cinco, tres monedas de euros, tres de veinte céntimos y cuatro de diez. La cajera le fulminó con la mirada. De hecho, Evaristo sintió que, por un momento, su corazó se paraba de terror, y dudó de que volviera a latir. Pero cogió su dinero, le apartó la cara y...
- ¿Tarjeta Carrefúuuuuuuuuu?-preguntó al siguiente cliente. Y comenzó a pasar por el detector los productos del otro cliente, que se acumulaban con los de Evaristo.
Evaristo comenzó a meter todos los productos al montón en las bolsas, mientras el siguiente cliente hacía lo mismo, vigilando que Evaristo no le robara nada. A Evaristo se le desgarró una bolsa. Junto con las demás, tuvo que agarrar la rota con las dos manos. Alejandose, exhausto, con los nervios de punta y la sensació de acabar de salir de un tornado, Evaristo salió alicaido. Mientras tanto, el otro cliente se afanaba frenéticamente por introducir todos los productos en las bolsas antes de que la sádica cajera le exigera su dinero.