viernes, 19 de octubre de 2007

Lanzarotadas móviles (2)

SEGUNDA PARTE: DESPEGUE Y ATERRIZAJE

Cogimos el coche y nos fuimos hasta el aeropuerto de Bilbao, donde me di cuenta que, por primera vez en mi vida, todas las cosas que suelo olvidar a la hora de hacer mi maleta están ahí: cargador, liquido de lentillas, lentillas... Pero me falta algo. Las putas sandalias. Y yo no quiero caminar con deportivas por la playa. Tarea pendiente: comprar unas sandalias.
En el aeropuerto facturamos. Mi maleta es la que menos pesa con diferencia y no era porque faltaran las chancletas. Economía de equipaje, dicen. Vamos, que nos sobra la de dios de tiempo y nos vamos a tomar algo a una cafetería.
Tras esperar mil y un años en la puerta de embarque nos metemos en el avión y nos sentamos en nuestro sitio. Nerea quiere ventanilla. Así que le dejamos la ventanilla para que no se ponga tonta. Aser quiere pasillo, así que no me queda otra que ponerme en medio.
¿Qué hacer en un vuelo de 3 horas donde no sirven comida, porque ahora hay que pagarla (3 euros por un kit kat, ¡a tomar por culo!)? Jugar a las cartas. Al comemierda. "jjajajajaja eres com.... eres com..." Al final hasta esas frases tan llenas de significado implicito y verdades trascendentales llegan a cansar. Así que me coloco los cascos y me pongo a escuchar mi recién descargado Grandes Exitos de Pavarotti, descanse en paz. "Una furttiva lagrimaaaaaaaaaaa...".
Llegamos al aeropuerto de Lanzarote, donde el viaje de tres horas hace el efecto de ser sólo dos, por el cambio de hora y esas cosas. Cogemos lo que, en nuestra opinión es el mejor sitio para coger las maletas en la cinta transportadora, la puerta donde teóricamente van a salir las maletas. Pero resulta que la cinta se mueve en la otra dirección y estamos justo al final, con el riesgo añadido de que alguién cuya maleta es identica a la tuya la coja y se la lleve. En fin, la cinta se pone en marcha, van saliendo maletas, la gente las coje y, de repente... la cinta se para.



TERCERA PARTE: LLEGAMOS AL HOTEL

El autobús nos está esperando en la entrada. Voy con mi maleta a colocarla en el maletero del bus y oigo una voz:
- Ni se te ocurra.
Me vuelvo. Es el conductor. Estoy por decirle que se vaya a la mierda, pero Nerea se adelanta para hablar con él. Es por el otro lado del vehículo. Nos subimos y nos ponemos en marcha, donde una tipa empieza a cantar los nombres con los billetes del hotel. Y dicen de repente:
-¡Saya!
Silencio sepulcral.
-¿Está Saya? Tres personas.
Deducimos que somos nosotros. Efectivi guonder. Economía de letras, digo yo. Somos el último apartahotel. Todos paran por delante de nosotros y ya me estoy cansando. Pero llegamos. El Don Paco. Que parece el nombre de una tasca españa cañí, pero es una hotel. En virtud de una opinión compartida entre Aser y yo diré: la recepcionista estaba muy rica, aunque Nerea decía que tenía bigote. Es lo que pasa con la sana envidia. Cogemos nuestra llave y llegamos a nuestro hogar por siete días.

1 comentario:

nerea dijo...

TXUSSSSSSSSSSS ERES MU GRANDEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEE QUIERO MASSSSSSSSSSSS