miércoles, 17 de octubre de 2007
El festival de la democracia
La supuesta cesión del gobierno popular del estado a la "élite" política (digo "supuesta" porque a ver quién es el guapo que les retira la cesión), refrendada en elecciones cada cuatro años, no es el único momento en el que estamos obligados a ir al colegio donde trotabamos en tiempos mozos (aaayyyyy, qué tiempos aquellos), buscar entre un laberinto de pasillos y listas en qué aula te toca depositar el papelillo. Cada cuatro años... generales. Cada cuatro años... autonómicas. Cada cuatro años... municipales. Le cogieron vicio en la transición y ahora no hay quien les pare. Porque además no hay forma de que se centren en colocar todas en el mismo año, de manera que votamos más que un kiwi (el pájaro, no la fruta).
Resulta que cuando por fin cotizas y entras en un entorno laboral, con un sueldo y todo, deshecho de gozo como miembro más de una plantilla, te sumas a unas nuevas elecciones... Las sindicales. Y como en todas las elecciones, no todo queda en poner un papelillo. Sino que, como miembro de una comunidad, te puede tocar la recuenta de votos (a cambio claro de unos bocadillos para resarcir el perder un maldito dia contando votos).
Pues eso. Entro en TVE y ¡zas!, elecciones sindicales. Y no es que me haya tocado por sorteo, sino por cojones. EL MÁS JOVEN: vocal secretario. ¿En qué consiste?
1- Acumular todos los papeles que se vayan imprimiendo al tema (censo, reclamaciones, candidaturas, confirmación de las candidaturas, confirmación de la confirmación de las candidaturas, calendarios, confirmación del calendario...), así como firmar cada papelajo. Ya no sé si muevo la muñeca al aposentar el boli en el papel o se mueve de manera cinética. Empecé con orgullo (en plan 'el que firma'), con una letra cuidada y estilosa, cuidado el trazo final en estética Times New Roman a 12 pixels con cierto retoque de Arial y el informal COMIC. Sin embargo, el hastío de firmar va derivando el trazo hacia una obra más minimalista, difuminandose los acabados y el entorno perfilado, derivando en un deconstructivismo hacia la abstracción (a veces pienso que el surrealismo daliniano), de forma que la firma original no corresponde en absoluta con aquella que firmaras en comienzo ni la que tienes en el DNI.
2- Publicitar en proceso. Básicamente hacer con el WORD anuncios del calendario y las fechas y los candidatos y ponerlos cual maraña en los tablones de anuncios procurando respetar la publicidad sindical (no me vayan a acusar de parcial): ¡vamos!, que al final lo puse con cello en la pared, en vez de con chincheta en el tablón.
Y ahora queda la jornada electoral. De 10 a 18 horas, unas detrás de otras, ¡y sin bocatas! Quién me iba a decir que ser el más jóven tenía consecuencias negativas. Ya sólo me falta que para las generales me nombren delegado. En ese caso me sentiré gafado. Y más... traicionado por la democracia a la que tanto he dado (un par de votos, creo), y por la que tanto he luchado y sufrido (quién no sufre al ver que los politicos de turno aparecen más en televisión que cachuli y la Pantoja y, la mayoría de las veces, diciendo cosas de menor provecho que el "dientes, dientes, que es lo que les jode").
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