martes, 30 de enero de 2007

Mal de amores (primera parte)

Hola tío... ¿Qué? No, hoy no quiero mesa, me pongo en la barra. Hoy nada de cafeína, ponme algo de las botellas que tienes ahí detrás. Y busca bien, no quiero ahogar las penas en alcohol... Quiero disolverlas, incinerarlas, vaporizarlas... que no quede restos del cuerpo ni esencia que delate que alguna vez existió una pena así en mi cuerpo.

¿Poeta? No, nunca me he metido a poeta, ni quiero serlo. Pero cuando uno está triste siempre le llega la vena de la lírica. Si padezco, tengo que contarlo, aunque sea a una miserable hoja de papel o a ti, un camarero que sólo conozco detrás de una barra sirviéndome cada día un café con leche, dos azucarillos, un bollo y, de regalo y gracias a mi antigüedad como cliente, un vaso de agua con hielos. Los poetas son gente que sufre. Una persona feliz no se molesta en contarlo. Una persona con dolor, escribe poesía, un relato corto o una novela. Una persona que es feliz escribe un manual de autoayuda, una manera de demostrarnos a los demás que él es feliz y el resto no, engañándonos con una inútil lista de pasos a seguir para llegar al reino de los cielos en la tierra: esa felicidad que no llega.

La felicidad no existe. Sólo la ilusión de ser feliz. ¿Cómo se puede ser feliz si todo lo que nos rodea está destinado a hacernos sufrir? Ser feliz es cerrar los ojos e ignorar las cosas que hacen daño. Es ser un cínico, un hipócrita. ¿Hay guerras en el mundo? ¿Muerte, desolación? Apago la tele. ¿Tu mujer te engaña? Niégalo. No es posible, no cabe en tu cabeza. Si no la ves hacerlo es que no te engaña. ¿Tu hijo es un drogadicto? No le ves drogarse, ¿cómo lo sabes? Lo único que sabes es que es un buen chico y nada más. Al menos en casa.

¿Cínico? Sí, la verdad. Hoy me siento cínico. ¿Por qué? No, no me apetece hablar de ello. Ya te he contado esta sarta de tonterías sólo para creérmelas. No, gracias, hoy no busco un camarero-psicólogo. Ponme la copa, apúntamela. Hoy sólo quiero irme a casa cuanto antes y dormir.

2 comentarios:

Pedrito dijo...

Caballero, caballerete.

Como se le ocurra hacer desde mi cafetería inducción al suicidio, lo echaré del local.

Sé que sólo busca un abrazo de amigo. Pero, señor, a mí no me pagan por eso...

Anda, anda, Sr. Txapa, no puede conducir así. Déjeme las llaves del coche, venga...

Y ánima! El mundo está lleno de mujeres, sólo hay que gastarse el dinero en ellas!

Pedrito dijo...

ánimo! quería dicir