jueves, 3 de julio de 2008

FURIA Nº2



"La sádica cajera"

Mientras Epifanía lamía los suelos llenos de polvo, cascaras de pipas y chicles pisados, del autobús municipal; Evaristo José Mercerías, pensionista de 64 años, tras una dura vida dedicada al oficinismo profesional en una consultoría, acudía al Carrefú a hacer una pequeña compra. Las cosas que faltaban en la nevera y poco más: atún, huevos, jamón york, chorizo, unos esparraguillos de lata, mejillones, unas latas de almondigas con guisantes, vino de mesa, papel higiénico (que el cartoncillo comenzaba a asomar) y una sandía (que con eso de que tiene los mismo efectos que la viagra se habían convertido en un artículo muy solicitado por todos los ancianetes disfuncionales).
La carretilla llevaba una carga bastante pesada para un señor mayor, pero las ruedecillas ayudaban. Evaristo se colocó en la fila y esperó pacientemente su turno. En ese momento se encontró cara a cara con la cajera, Jennifer, 'la yenni'. Una mujer que si no fuera por los pelo recogidos a rebullón sujetados por una horquilla, el gesto torcido en una amarga seriedad, y la bruma negruzca y púrpura del rime y sombra de ojos acumulada alrededor de las cuencas de sus ojos (ojos de gata diría ella, más bien de demonio con resaca de whisky); parecería una persona normal e incluso guapa.
- ¿Tarjeta Carrefúuuuuuuuuu? -respondió cual autómata sin dignarse a mirar a su cliente.
- No, no tengo. ¿Cree usted que debería hacerm...
- ¡Vaya pasando, que hay mucha fila!-decía con impaciencia, mientras miraba el reloj. Le quedaba 20 minutos para terminar y no iba a tolerar que una fila de clientes hijosdeputa se colocaran en fila, pasaran lentamente y le obligaran a quedarse media hora más ("¡¡cabrones, siempre vienen a última hora!!".
Evaristo se amilanó un poco y colocó todos sus productos en la cinta transportadora. Antes de que pudiera ir al otro extremo para empezar a meter en bolsas, la cajera comenzó a pasarlos por el detector a la velocidad del rayo y lanzarlos hacia el hueco de las bolsas. La caja pitaba como si fuera código Morse. Evaristo no daba a basto. Mientras intentaba llenar ordenadamente los productos en una bolsa, para que no pesara una más que la otra, los productos se le iban acumulando. Caian sin cesar a su alrededor. El jamón de york golpeaba contra la pared. El chorizo rebotaba e hizo caer el tarro de los espárragos. A Evaristo se le enmarañó la bolsa entre los dedos, no había forma de abrirla. Cuando por fin la abrió con una fuerte sacudida al aire, se encontró con todo lo que había acumulado en la superficie metálica de la caja y con la cajera extendiendole la mano.
- Son 54 euros- y una cara de "págame cabrón y esfúmate".
Evaristo, ingénuo de él, presumió que esperaría y se puso a meter las compra en las bolsas.
-¡54 euros, señor!
Evaristo sacó con esfuerzo la cartera de los pantalones y sacó dos billetes de veinte, dos de cinco, tres monedas de euros, tres de veinte céntimos y cuatro de diez. La cajera le fulminó con la mirada. De hecho, Evaristo sintió que, por un momento, su corazó se paraba de terror, y dudó de que volviera a latir. Pero cogió su dinero, le apartó la cara y...
- ¿Tarjeta Carrefúuuuuuuuuu?-preguntó al siguiente cliente. Y comenzó a pasar por el detector los productos del otro cliente, que se acumulaban con los de Evaristo.
Evaristo comenzó a meter todos los productos al montón en las bolsas, mientras el siguiente cliente hacía lo mismo, vigilando que Evaristo no le robara nada. A Evaristo se le desgarró una bolsa. Junto con las demás, tuvo que agarrar la rota con las dos manos. Alejandose, exhausto, con los nervios de punta y la sensació de acabar de salir de un tornado, Evaristo salió alicaido. Mientras tanto, el otro cliente se afanaba frenéticamente por introducir todos los productos en las bolsas antes de que la sádica cajera le exigera su dinero.

2 comentarios:

Virginia dijo...

Gran testimonio, real como la vida misma. Cuántas veces me he sentido Evaristo en el super. Qué agobio! la última en la caja del Carrefú de Barañain, haciendo la compra para Pierresana. Y éramos 4 para luchar contra ella!!

ne dijo...

probe evaristo
qué penita me ha dado
y sin tarjeta carrefú

con lo maja que era mi hermana de cajera
y yo de promociones haciendo la tarjeta a to dios

probe evaristo