¡Hola, soy el hijoputa! ¿me echabais de menos, nenes? Como mi propio nombre indica, soy un hijoputa, pero menos que el cabrón que ha diseñado el cepillo de dientes Kolgate Makfresh. Un cepillo que tiene en el reverso una serie de púas de goma que te rasgan la comisura de los labios y la parte interna del moflete.
Hoy voy a defender mi honor. A Pedrito le han llamado hijoputa, y eso me ofende mucho… porque aquí el único hijoputa que hay en el blog soy yo. Que ¿quién ha llamado hijoputa a Pedrito? Eso es lo que voy a contaros ahora.
El otro día, Pedrito tenía un día “salsero” de esos. Vamos, que el cabrón de él estaba más salido que las gallinas que aprendieron a nadar para tirarse a los patos. Iba por ahí de farra y se puso a bailar con una tía. Cuando digo “bailar”, quiero decir cogerla en plan “ven paquí, cordera” y decirle cosas en plan “cuchi, cuchi”.
Ya os lo imagináis. El caso es que, de pronto, aparece un tío y va a Pedrito en tono desafiante. Al parecer, ese hombre era el marido de la chica en cuestión. Pedrito que, aunque es un rato gilipollas, es prudente, se piró. Pero, ¡claro! estamos hablando de Pedrito. Al cabo del rato, fue a por otra maroma. Y lo mismo. Yo es que con este hombre me descojono.
Bueno, está Pedrito con la otra chica y, ojo… ¡¡¡vuelve a aparecer el señor iracundo!!! Aaaaaaaaaaaa…. Va directo hacia Pedrito, mientras le grita: “¡¡¡¡hijoputaaaaaaaaaaaaa!!!”. Qué carácter. Al tío éste le pararon entre varios y Pedrito, cuan Houdini, escapó.
Al parecer, Pedrito se piensa que la segunda tía a la que entró era también mujer del otro. Con lo cual, el tipo en cuestión debería ser un polígamo. Pero, ¿sabéis lo que pienso yo? Que Pedrito le entró a la mujer y a la madre de ese pobre hombre, ya que a Pedrito le van ese tipo de cosas aberrantes, ¿qué, que no?
No lo olvidéis, ¡¡Yo soy el hijoputa!! ¡¡Nadie me quitará el puesto!!
Hoy voy a defender mi honor. A Pedrito le han llamado hijoputa, y eso me ofende mucho… porque aquí el único hijoputa que hay en el blog soy yo. Que ¿quién ha llamado hijoputa a Pedrito? Eso es lo que voy a contaros ahora.
El otro día, Pedrito tenía un día “salsero” de esos. Vamos, que el cabrón de él estaba más salido que las gallinas que aprendieron a nadar para tirarse a los patos. Iba por ahí de farra y se puso a bailar con una tía. Cuando digo “bailar”, quiero decir cogerla en plan “ven paquí, cordera” y decirle cosas en plan “cuchi, cuchi”.
Ya os lo imagináis. El caso es que, de pronto, aparece un tío y va a Pedrito en tono desafiante. Al parecer, ese hombre era el marido de la chica en cuestión. Pedrito que, aunque es un rato gilipollas, es prudente, se piró. Pero, ¡claro! estamos hablando de Pedrito. Al cabo del rato, fue a por otra maroma. Y lo mismo. Yo es que con este hombre me descojono.
Bueno, está Pedrito con la otra chica y, ojo… ¡¡¡vuelve a aparecer el señor iracundo!!! Aaaaaaaaaaaa…. Va directo hacia Pedrito, mientras le grita: “¡¡¡¡hijoputaaaaaaaaaaaaa!!!”. Qué carácter. Al tío éste le pararon entre varios y Pedrito, cuan Houdini, escapó.
Al parecer, Pedrito se piensa que la segunda tía a la que entró era también mujer del otro. Con lo cual, el tipo en cuestión debería ser un polígamo. Pero, ¿sabéis lo que pienso yo? Que Pedrito le entró a la mujer y a la madre de ese pobre hombre, ya que a Pedrito le van ese tipo de cosas aberrantes, ¿qué, que no?
No lo olvidéis, ¡¡Yo soy el hijoputa!! ¡¡Nadie me quitará el puesto!!